San Antonio, Texas, 30 de junio (AP).- Los primos Wilmer Tulul y Pascual Melvin Guachiac, ambos de 13 años, originarios de Tzucubal, Guatemala, son parte de los 53 migrantes que murieron asfixiados y deshidratados en el interior del remolque de un tráiler, abandonado en un camino semirural de esta ciudad.
Familiares identificaron a Pascual Melvin Guachiac Sipac y Juan Wilmer Tulul Tepaz, ambos originarios de Guatemala, como dos de las 53 personas que murieron al interior de un tráiler en Texas. https://t.co/hvjxGCdt4E
— Univision Noticias (@UniNoticias) June 29, 2022
Tzucubal es una comunidad indígena quiché de unas 1.500 personas en las montañas, casi 100 millas al noroeste de la capital, donde la mayoría vive por agricultura de subsistencia.
“Mamá, ya estamos saliendo”, fue el último mensaje que Wilmer envió a su madre, Magdalena Tepaz, en su quiché nativo el lunes. Habían salido de casa el 14 de junio.
Familiares identificaron a Pascual Melvin Guachiac Sipac y Juan Wilmer Tulul Tepaz, ambos originarios de Guatemala, como dos de las 53 personas que murieron al interior de un tráiler en Texas. https://t.co/g3cATAsq1w
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Horas después de oír ese mensaje de voz, un vecino dijo a la familia que había habido un accidente en San Antonio y temían lo peor, explicó Tepaz a través de un traductor.
Los chicos habían crecido como amigos y lo hacían todo juntos: jugar, salir, incluso planear el viaje a Estados Unidos a pesar de que no hablaban bien español, dijo la madre de Melvin, María Sipac Coj.
Sipac, madre soltera con dos hijos, dijo que Melvin “quería estudiar en los Estados Unidos, luego trabajar y después hacer mi casa”.
El lunes recibió un mensaje de voz de su hijo diciendo que estaban saliendo. Lo ha borrado porque ya no podía soportar escucharlo más.
Parientes que organizaron y pagaron al contrabandista esperaban a los chicos en Houston. Esos familiares le dijeron a Sipac que los niños habían muerto y el gobierno guatemalteco se lo confirmó el miércoles.
El padre de Wilmer, Manuel de Jesús Tulul, no podía dejar de llorar el miércoles.
Dijo que no tenía ni idea de cómo llegarían los chicos a Houston, pero nunca había imaginado que los meterían en un camión.
Su hijo había abandonado la escuela tras la primaria y trabajaba con él desmontando terreno para cultivos.
Tulul dijo que Wilmer no veía un futuro para él en una localidad donde se construían casas humildes con remesas enviadas desde Estados Unidos.
Quería ayudar a mantener a sus tres hermanos y tener su propia casa y un terreno algún día.
El contrabandista cobraba 6.000 dólares, de los que habían pagado en torno a la mitad.
Ahora Tulul sólo podía pensar en recuperar el cuerpo de su hijo y confiar en que el gobierno cubriera el gasto.