México, 9 de noviembre de 2022 (El País).- Una investigación del diario español El País, da cuenta que Rautel ‘N’ y su novia Vanessa ‘N’ detenidos por el feminicidio de Ariadna Fernanda López, intentaron ocultar la muerte de la joven.
Así quedó registrado en las conversaciones que mantuvieron por teléfono y a las que tuvo acceso El País.
Muchos de los mensajes que se mandaron tras arrojar el cuerpo en una carretera cercana a Tepoztlán, en el estado de Morelos, ya habían sido borrados, cuando los teléfonos llegaron a manos de la policía.
Pero, las autoridades fueron capaces de recuperar algunos de los WhatsApp que se enviaron los acusados.
“Me da miedo todo esto”, le comenta Rautel a su novia el 2 de noviembre, dos días después de la muerte, cuando las amigas de Ariadna les comunicaron que denunciarían la desaparición.
“Está bien que cooperemos, pero con cuidado en los detalles”, dice el hombre, que fue este martes vinculado a proceso por el feminicidio.
El análisis telefónico deja ver cómo los acusados intentaron crear una versión de los hechos que les sirviera para evadir la justicia.
La última vez que se vio con vida a Ariadna López fue la noche del 30 de octubre. La joven asistió al restaurante Fisher’s de la colonia Condesa, para encontrarse con Vanessa, Rautel y otras personas.
Después de pasar alrededor de una hora allí, abordó una camioneta junto al grupo y se fueron a la vivienda del acusado, en la calle Campeche al 175, a unas 10 cuadras del restaurante.
A todos se les ve bajar de la camioneta en el estacionamiento del edificio y entrar al departamento.
Media hora después, el resto de los amigos se retiran de la casa, dejando adentro a la pareja y a Ariadna.
Al otro día, sobre las 10:27 de la mañana, se ve llegar al chofer personal de Rautel al sitio y retirarse unos minutos después.
Ese mismo 31 de octubre, media hora después, se ve al presunto feminicida cargar por el estacionamiento el cuerpo con rigor mortis hasta subirlo a una camioneta.
Las últimas imágenes muestran a Rautel dejar el sitio y dirigirse hacia Tepoztlán, donde luego aparece tirado el cadáver.
Las historias compartidas por la víctima en Instagram aquella noche señalaron que quienes vieron por última vez a la muchacha son ellos.
Por eso, el entorno de Ariadna comienza a agobiar a la pareja con preguntas. En privado los acusados empiezan entonces a formular una versión falsa de lo sucedido.
De acuerdo al teléfono analizado por la Policía, el Iphone que utilizaba Vanessa, se registra una comunicación constante los días siguientes al crimen con un número que usaba Rautel, y a quien había agendado bajo el mote de Puñe.
El cadáver al borde de la carretera fue hallado el 1 de noviembre por unos ciclistas, pero no fue reconocido por su familia hasta un día después.
El 2 de noviembre, con el cuerpo de Ariadna en la morgue, sus presuntos feminicidas coordinaban una versión en la que aseguraban que la joven se había ido la noche del 30 de octubre de su casa, y evalúan si conviene decir si la víctima tomó un taxi o un Uber.
“Ya me mandó msj [mensaje] otro de sus amigos”, le dice ella a él, sobre las 17.13 horas. “Creo que el que sabe un poco más es Ernesto, o sea cosas como a qué hora se fue y en qué, o sea Uber o taxi. Que si les puedo compartir esa info”, agrega.
“Es que van a ir a meter denuncia. Y necesitan lo más de detalles que puedan”, insiste. “Amorcito, me da miedo todo esto”, le responde finalmente él.
“Pero amor, no es nuestra culpa. Ni va a ser contra ti”, le dice ella, “simplemente para saber por dónde buscar”. Ante esos Whatsapp, Rautel dice: “Pues estaremos de por medio”. “Sí, pero pues ya saben que fui la última que la vio”, señala ella.
Lo siguiente que muestran los mensajes es que Vanessa decide hacer y decir todo lo que le indique su novio. “Qué hago”, le pregunta ella.
“No, está bien que cooperemos pero con cuidado en los detalles”, le responde él. “Lo que me mandes de información es lo que les mandaré”, dice Vanessa.
Rautel le manda entonces un mensaje con la versión de los hechos que tiene que difundir: “Nos fuimos del Fisher’s como a las 6.30… venía Ernesto, Anita, José, Puñe, yo y Ari. Estuvimos como en mi casa hasta las 9, todos se fueron […] Debió de pedir su Uber como a esas horas, 9 de la noche. Pero nadie confirma que se haya subido al taxi”.