Culiacán, 24 de enero.- El asesinato de dos niños en la capital de Sinaloa, al noroeste de México, después de cuatro meses de intensa violencia por la guerra entre facciones del cártel que controla el estado, hizo que miles de habitantes de Culiacán salieran a las calles el jueves a mostrar su hartazgo, pese al miedo extendido.
Los manifestantes, entre los que había muchos niños en uniforme, salieron de la escuela primaria donde estudiaba el menor de los hermanos asesinados con camisetas y globos blancos, entre gritos de “Los niños no se tocan”, “Queremos paz” o “Fuera Rocha”, en alusión al gobernador Rubén Rocha, del partido oficialista, a quienes culpan de no hacer nada para evitar la violencia.
La paciencia de algunos se acabó al llegar al palacio de gobierno. Numerosos videos mostraban cómo un grupo irrumpió en las instalaciones oficiales rompiendo cristales y puertas exigiendo la renuncia del gobernador.
“Entendemos la indignación de la gente”, dijo poco después y una vez calmados los ánimos el vocero del gobierno estatal, Feliciano Castro, quien aseguró que las autoridades federales ya estaban investigando el caso.
Los hermanos Gael Antonio y Alexander Sarmiento, de 12 y 9 años respectivamente, y su padre fueron baleados el domingo cuando individuos armados intentaron robar su vehículo. Otros dos menores quedaron heridos. Las autoridades del estado atribuyeron el ataque a que los vidrios del automóvil eran polarizados. La reacción no se hizo esperar.
La escuela convocó a la marcha y “suplicó” el apoyo de la ciudadanía para que crímenes como ése no se repitan aunque, en la propia convocatoria, dijo entender “las dificultades” que ocasiona a las personas salir a la calle ante el repunte de la violencia.
Quedar en medio de una balacera, ser intimidado por armados que vigilan los celulares de los jóvenes, arriesgarse a ser secuestrado o desaparecido son parte de esas “dificultades” diarias que se viven en Culiacán desde que la captura de uno de los líderes del Cartel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, desencadenara una guerra frontal por el control de la organización criminal entre sus seguidores y el grupo liderado por “Los Chapitos”, los hijos del encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán.