México, 22 de septiembre de 2017.-¡Mi hijo está¡ vivo!, clamaba la madre de Rafael Camargo…
La mujer con el rostro desencajado y los ojos hinchados por el llanto, se mantuvo estoica desde el martes, día en que la tierra volvió a temblar, en otro 19 de septiembre y derrumbó el edificio de Coquimbo y Sierravista, donde su hijo quedó atrapado en su auto.
La paradoja de la vida, Rafa no vivía en este complejo de departamentos de la colonia Lindavista, en la delegación Gustavo A. Madero. El día en que la tierra se cimbró de nuevo, el joven fue por su tía, María Luisa Carmago, de 94 años para llevarla a misa. Antes de volver a casa, pasaron a comprar algunos víveres.
Llegaron a lo que hoy son las ruinas del edificio de Coquimbo y Sierravista. La tía ayudada por sus enfermeras, subía por elevador al departamento 602. Rafa se quedó en la cochera, justo cuando a las 13:14 horas de este martes 19 de septiembre, como aquel de hace 32 años, la tierra volvió a crujir por el sismo de 7.1 grados Ritcher.
Rafa quedó sepultado entre concreto y varillas. Su mamá relata que Rafa dio señales de que estaba vivo, pues encendía y apagaba las luces de su auto.
¡Mi hijo está¡ vivo!, repetía la mujer… una y otra vez.
¿Por que no hacen nada?, se cuestionaba.
Lo irónico de la vida, la tía de Rafa, fue de las primeras personas en ser rescatada de las ruinas de Coquimbo y Sierravista.
Rafa también fue sacado de entre los escombros, pero muerto.
Fue uno de los tres cadáveres rescatado del edificio. Otro cuerpo fue el de Marisol Souza, encontrada abrazada de su perro y este viernes, en la madrugada recobraron un cadáver más.
Otra paradoja, el padre de Marisol, José Luis Ponce, de 64 años, es hasta ahora el único sobreviviente del edificio de Coquimbo y Sierravista.
A él, rescatistas que vinieron desde Guanajuato, lo sacaron con vida de entre los escombros, a la tarde del miércoles. Volvió a nacer…