México, 25 de septiembre de 2017 (Notimex).- Antonio, quien vive en el Edificio 3-C de los Multifamiliares ISSSTE Tlalpan, llegó a habitar ese conjunto habitacional desde que se construyó, recordó que se inauguró con el terremoto de 1957, año en el que se desplomó el Ángel de la Independencia.
Esos condominios tienen 60 años y muchos de sus residentes son personas de la tercera edad, aunque algunos son rentados por parejas jóvenes que, al igual que Antonio, están a la espera de los peritajes para saber si pueden regresar a sus hogares y retomar su vida habitual.
Con una leve sonrisa, el jubilado dijo que estos edificios aguantaron muy bien los sismos del 57 y del 85, y la mayoría de ellos sobrevivió bien los del pasado 19 de septiembre, por lo que consideró que, a menos que los técnicos especialistas digan otra cosa, él sí quiere volver a su departamento.
Narró que el día del terremoto, el pasado martes, estaba en su departamento, y explicó que el movimiento telúrico primero fue trepidatorio y posteriormente se sintió el vaivén intenso del movimiento oscilatorio, al grado que no podía mantener el equilibrio.
En el departamento de al lado viven su madre y una hermana, él quiso abrir la puerta de sus familiares pero no pudo. Afortunadamente el movimiento paró pero después sobrevino la polvareda y el olor a gas, lo que los asustó mucho, por lo que abandonaron el lugar.
Agregó que una vez que pasó la urgencia, regresó a los departamentos, sacó lo indispensable y desde ese día no ha vuelto a entrar en ellos.
“Al salir al pasillo y percibir la nube de polvo y el olor a gas me asusté porque pensé que era una situación de peligro inminente, corrí a cerrar la llave del gas y a apagar una veladora que tenía encendida mi mamá”, detalló.
Antonio entristeció al comentar que tenía un amigo que vivía en el edificio colapsado, y que hasta el momento no tenía noticias de él, aunque su hermana fue encontrada en las escaleras del edificio.
Elizabeth Ochoa Méndez es vecina del Edificio 2-A, y su papá vive en el 4 C-20, y tiene su consultorio dental frente al edificio 1-C que se desplomó, es decir, toda su vida ha estado ahí; “soy parte de esta unidad, desde que nací”.
Su papá tiene 80 años y tuvo que ser desalojado, pero ya está desesperado por regresar a su casa porque es lo que más quiere.
“Esto ha sido un golpe tremendo, porque aunque nuestro edificio no se desplomó teníamos muchos conocidos, algunos eran como de la familia; diariamente nos encontrábamos en alguna parte de la unidad: cómo estás Juanita, cómo estás Carmelita, cómo estás Jimenita. Es muy doloroso escuchar que murieron entre los escombros», dijo.
“A pesar de ser un conjunto de 10 edificios y 500 departamentos muchos nos conocíamos, resulta terrible que ya no los volveremos a ver, es un golpe terrible en todos los aspectos. Con muchos de ellos jugué cuando era niña”, expresó con inmenso pesar.