Las rutas de la trata de personas en México

México, 11 de octubre de 2017.- Hispanic In Philatrophy (HIP) elaboró un estudio publicado por el Senado de la República, en el que da cuenta de las rutas identificadas por organizaciones de la sociedad de dónde son y a dónde van las víctimas de trata de personas en México.

El estudio titulado “Una Mirada desde las Organizaciones de la Sociedad Civil a la Trata de Personas en México”, identifica a 19 de los 32 estados del país como los principales receptores de personas para la explotación.

Muchas de ellas provienen de Africa, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Haití, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Puerto Rico, Rusia y Venezuela, las que después junto con mexicanas son “exportadas” a los Estados Unidos y se identifica a la Ciudad de México como centro de reclutamiento.

A la Ciudad de México llegan a engrosar la trata de personas, víctimas de Puebla, Oaxaca, Querétaro, Michoacán, Veracruz, estado de México, Tlaxcala, Hidalgo, Tabasco, El Salvador y Colombia.

Las personas que arriban a Querétaro llegan de Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, estado de México, San Luis Potosí, Santa Catarina y Guatemala.

En el caso de San Luis Potosí, las víctimas proceden de Tlapa de Comonfort, Guerrero; Chenalhó y San Juan Chamula, Chiapas; Oaxaca, Coahuila (Saltillo), Hidalgo, Guanajuato, Veracruz, Puebla, Chihuahua, Honduras, Guatemala y El Salvador.

De San Luis Potosí son desplazadas a Nuevo León (Monterrey y San Nicolás de los Garza), Coahuila (Saltillo y Torreón), Estados Unidos (Texas, California, Georgia y Luisiana), Querétaro (Concá y Jalpan) y Tamaulipas (Matamoros y Ciudad Mante).

Las víctimas que llegan a Guanajuato van a Nayarit, Estados Unidos y Canadá. Proceden de Oaxaca, Hidalgo, Chiapas, Guerrero, Guanajuato y Honduras, principalmente.

A Aguascalientes llegan personas de Michoacán, Guanajuato, Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Costa Rica, Honduras, Africa y Guatemala.

A Jalisco llegan personas que vienen de Baja California, Guanajuato, San Luis Potosí y Estados Unidos.

Las víctimas que arriban a Zacatecas van a Nayarit, Sonora, Chihuahua, Estados Unidos y Canadá. Vienen de Nayarit, Sonora, Chihuahua, Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Zacatecas y Honduras.

De Oaxaca son expulsadas a la Ciudad de México, Baja California, Sonora, Sinaloa y Estados Unidos.

A Chiapas llegan procedentes de Tabasco (Villahermosa), Yucatán (Mérida), Quintana Roo (Cancún, Playa del Carmen) y Ciudad de México.

Yucatán es receptor de personas que vienen de Tabasco, Cuba, Campeche, Centroamérica, Chiapas y Oaxaca.

De Tabasco salen a Veracruz y la Ciudad de México. Cruzan de Centroamérica, principalmente, de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.

A Quintana Roo llegan de Tabasco, Yucatán, Oaxaca, Brasil, Cuba, Nicaragua, Honduras y Chiapas.

De Tlaxcala son expulsadas a Nueva York, Houston y Atlanta. Las que llegan a Puebla, son embarcadas a Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala y Chiapas. De Veracruz las víctimas son enviadas a Hidalgo, Puebla, Tamaulipas y Tabasco.

A Nuevo León arriban víctimas para la trata de San Luis Potosí, Baja California, Ciudad de México, Veracruz, Oaxaca, Guatemala, El Salvador y Rusia. De Nuevo León son desplazadas a Estados Unidos, Cancún, Tamaulipas y la Ciudad de México que funge como centro de reclutamiento.

A Coahuila llegan procedentes de Chiapas, Honduras y Colombia. A Chihuahua arriban procedentes de Coahuila, Durango, Veracruz y Ecuador.

A Baja California llegan a las ciudades de Tijuana, Mexicali, San Quintín, Ensenada y Tecate, provienen de Guerrero, Honduras, Sonora, El Salvador, Sinaloa, Chiapas, Nicaragua, Nayarit, Rusia, Venezuela, Michoacán, Haití, Brasil, estado de México, Estados Unidos, Cuba, Ciudad de México, Puerto Rico y Guatemala.

En el estudio se define trata como la captación, el transporte, el traslado, la acogida, la recepción de una o más personas con fines de explotación, siempre y cuando se recurra a la coerción, fraude, engaño, abuso de poder, abuso de situación de vulnerabilidad o concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra.