Madrid, 2 de julio de 2018.- La derecha española ya tiene nuevo líder: Pablo Casado, un joven político de 37 años, original de Palencia y al que se le vincula con el ala más dura de la formación y del ex mandatario José María Aznar.
El nuevo presidente del PP y candidato a las próximas elecciones generales venció con un 57 por ciento del apoyo de los compromisarios a Soraya Sáenz de Santamaría, ex vicepresidenta del gobierno y mano derecha del ex mandatario Mariano Rajoy, quien cosechó un severo varapalo a sus aspiraciones.
El Congreso extraordinario del PP culminó con la coronación de su nuevo líder, tras un mes y medio de incertidumbre y nerviosismo por el vacío de poder que dejó el abandono de la política de Rajoy tras sufrir la primera moción de censura de la historia, con la que fue desalojado del poder tras los numerosos casos de corrupción que rodean a su partido y a su gobierno.
La expulsión del gobierno y la crisis de credibilidad tras los casos de corrupción orilló al PP a acometer un proceso de renovación de liderazgo y regeneración que culminó con la elección de Casado, un joven diputado de 37 años que no ha tenido responsabilidades públicas y cuyo único cargo en el partido hasta ahora ha sido el de líder de las juventudes del PP y vicesecretario regional de Madrid.
De los dos mil 973 compromisarios que decidieron al nuevo líder, mil 701 optaron por la candidatura de Casado, mientras que mil 250 apoyaron a la ex vicepresidenta y favorita de los incondicionales de Rajoy, que dejaron de controlar el aparato del partido tras el triunfo de la moción de censura.
El nuevo líder del PP se comprometió a desarrollar un proyecto político de “integración”, en el que pretende hacer confluir a todas las corrientes políticas y familiares del PP, incluida la de su adversaria en las elecciones primarias, Sáenz de Santamaría, quien durante los casi ocho años de concentrar poder desde la vicepresidencia del gobierno también acumuló a su alrededor numerosos enemigos dentro del propio gobierno y de su partido.
De hecho, su derrota frente a Casado sólo se explica por la adhesión de sus adversarios políticos al interior del partido en la candidatura de Casado, incluidos casi una docena de ex ministros del gobierno de Rajoy que sufrieron de las presiones y “malas artes” de la mano derecha del ex mandatario, a la que señalaron como la responsable de numerosas filtraciones a medios de comunicación de expedientes polémicos, cuando no fraudulentos, de los propios miembros de gobierno, que ella conocía a su vez de los servicios de espionaje españoles, que estaban a sus órdenes.
De hecho, Casado logró la mayoría de las adhesiones de las grandes figuras del PP por la abierta hostilidad que mantenían con Sáenz de Santamaría, quien durante su etapa de vicepresidenta fue acusada de utilizar prácticas despóticas y de claudicar en algunas de las líneas ideológicas más importantes del PP; entre ellas la unidad territorial del país y su frontal oposición a las fuerzas nacionalistas.
Casado recupera así un discurso más “puro”, que entronca con la tradición liberal-conservadora que acuñó en su día el ex mandatario y su padrino político Aznar, con lo que se prevé que en los próximos meses el PP dé un giro más a la derecha y asuma un discurso más duro con respecto al conflicto político abierto en Cataluña.
Durante su discurso así lo dejo entrever, al insistir en que su prioridad será la defensa de la unidad territorial del país y no ceder ni un milímetro ante las exigencias de los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. (Con Información de La Jornada)