Bogotá, 18 de enero de 2019 (AP).— Las autoridades colombianas el viernes atribuyeron el ataque con bomba que dejó 21 muertos y más de 70 heridos en una academia policial a un experto en explosivos, miembro del último grupo rebelde en actividad.
El fiscal general Néstor Martínez dijo en conferencia de prensa que el autor del ataque, el más mortífero de los últimos 15 años en el país sudamericano, era miembro de muchos años del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Aunque José Aldemar Rojas no tenía antecedentes penales, informes de inteligencia indican que el hombre manco de 56 años que usaba el alias Mocho Kiko perdió el brazo cuando manipulaba explosivos en una célula del ELN cerca de la frontera con Venezuela, dijo Martínez.
El atentado recordó algunos de los incidentes más cruentos del pasado reciente colombiano y suscitó interrogantes graves acerca de las amenazas a la seguridad que persisten tras el acuerdo de paz con las FARC. Además pondría cualquier intento de reanudar las empantanadas conversaciones de paz con el ELN en un futuro previsible.
“Todo el estado colombiano”, dijo Martínez, “estamos preparados para confrontar con la constitución y las leyes en la mano a todos aquellos que intentan acechar la seguridad nacional y pretendan imponer la fuerza del terrorismo”.
Se prevé que el presidente Iván Duque anunciará en las próximas horas la posición del gobierno sobre el futuro de las conversaciones de paz.
Pero Martínez dijo que los comandantes del ELN, que residen en Cuba durante el proceso de paz y se cree que tienen mínimo control de su tropa, serán considerados responsables del ataque.
Durante la noche, el número de víctimas fatales ascendió a 21, siendo el atentado más sangriento desde 2003, cuando la explosión de un coche bomba en el club bogotano de alta sociedad El Nogal dejó 36 muertos. Resultó especialmente perturbador porque el objetivo, la escuela General Santander en el sur de Bogotá, es una de las instalaciones más protegidas de la capital.
Con ayuda de cámaras de seguridad y las huellas dactilares de su mano izquierda, los investigadores identificaron rápidamente a Rojas como el dueño y conductor de una camioneta Nissan 1993 cargada con 80 kilos del explosivo pentolita que atravesó un retén de seguridad para irrumpir en el complejo arbolado.