Copenhague, Dinamarca, 9 de octubre de 2019.- El alemán John B. Goodenough, el británico M. Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino obtuvieron el Premio Nobel de Química de este año por sus aportes al desarrollo de las baterías de ion de litio.
«Esta batería liviana, recargable y potente ahora se usa en todo, desde teléfonos móviles hasta computadoras portátiles y vehículos eléctricos. También puede almacenar cantidades significativas de energía solar y eólica, haciendo posible una sociedad libre de combustibles fósiles», expuso la Real Academia de las Ciencias de Suecia, al anunciar este miércoles a los laureados.
A principios de la década de 1970, durante la crisis del petróleo, Whittingham, nacido en 1941 y quien se desempeña en la Universidad de Binghamton, en Nueva York, trabajaba en el desarrollo de métodos que pudieran precisamente conducir a tecnologías de energía libre de combustibles fósiles.
Comenzó a investigar superconductores y descubrió un material extremadamente rico en energía que utilizó para crear un innovador cátodo -electrodo que junto con el ánodo permite el funcionamiento de una batería- para una batería de litio. Ésta estaba hecha de disulfuro de titanio, el cual, a un nivel molecular, posee espacios que albergan e intercalan los iones de litio.
«El ánodo de la batería estaba hecho parcialmente de litio metálico, que tiene una fuerte tendencia a liberar electrones. Esto dio como resultado una batería que literalmente tenía un gran potencial, más allá de los dos voltios. Sin embargo, el litio metálico es reactivo y la batería era demasiado explosiva para ser viable», explicó la Academia.
Por su parte, Goodenough, quien nació en 1922 -lo cual lo convierte en la persona más longeva en recibir este galardón- y actualmente es profesor en la Universidad de Texas, predijo que el cátodo de este tipo de batería tendría mucho más potencial si se utilizaba un óxido de metal en lugar de un sulfuro.
«Después de una búsqueda sistemática, en 1980 demostró que el óxido de cobalto con iones de litio intercalados puede producir hasta cuatro voltios. Este fue un avance importante y conduciría a baterías mucho más potentes», detalló la entidad que otorga el Nobel.
Con el cátodo de Goodenough como base, Yoshino, nacido en 1948 y quien labora en la japonesa Universidad de Meijo, en Nagoya, creó la primera batería de ion de litio comercialmente viable en 1985. En lugar de utilizar litio reactivo en el ánodo, usó coque de petróleo, un material de carbono que, al igual que el cátodo de óxido de cobalto, puede intercalar iones de litio.
El resultado fue una batería ligera y resistente que podía cargarse cientos de veces antes de que su rendimiento se deteriorara.
La ventaja de las baterías de ion de litio es que no se basan en reacciones químicas que descomponen los electrodos, sino en iones de litio que fluyen de un lado a otro entre el ánodo y el cátodo.
«Las baterías de ion de litio han revolucionado nuestras vidas desde que ingresaron al mercado en 1991. Han sentado las bases de una sociedad inalámbrica, libre de combustibles fósiles, y son de gran beneficio para la humanidad», reiteró la Academia.
Los galardonados de este año compartirán en partes iguales los 9 millones de coronas suecas (arriba de 17 millones 772 mil pesos) con que está dotado el Nobel, del cual este jueves se anunciarán a dos ganadores en el área de Literatura, y en los días subsecuentes a los reconocidos con el de la Paz y el de Ciencias Económicas. (Con información de Reforma)