Ciudad del Vaticano, 9 de septiembre de 2020 (AP).— El Papa Francisco pidió a los fieles que cuidaran la salud de otros y la propia durante la pandemia del coronavirus, en una intervención en la que se le vio utilizar mascarilla y desinfectante de manos.
Francisco se quitó la mascarilla al bajar de su auto en el patio de San Dámaso, dentro del Palacio Apostólico, donde reanudó la semana pasada las audiencias públicas semanales tras casi seis meses de interrupción por la pandemia.
Aunque se colocaron sillas separadas en el patio, los pocos fieles en el lugar se arremolinaron en las barreras al paso de Francisco, y algunos se bajaron las mascarillas para llamarle.
Al Papa, de 83 años y que perdió parte de un pulmón por una enfermedad cuando era joven, le gusta mezclarse con la multitud, pero intentó mantener su distancia e instó a la gente a quedarse en sus asientos para evitar contagios.
Un asistente puso un poco de desinfectante en las manos del pontífice después de que saludara a la gente y antes de dirigirse a los traductores clericales en el podio. Era la primera vez que se veía al papa en público con mascarilla y empleando desinfectante de manos.
En sus declaraciones, Francisco lamentó la aparición de “intereses partisanos” que llevan a algunos países y grupos a intentar quedarse la vacuna para ellos o a impulsar sus intereses políticos o económicos.
“El coronavirus nos enseña que el auténtico bien de cada persona es un bien común, y al revés, el bien común es un auténtico bien para la persona”, dijo.
“La salud, además de ser un bien individual, es también un bien público. Una sociedad sana es una que cuida de la salud de todos”.
Se esperaba que Francisco se extendiera más en la necesidad de que el mundo busque el bien común tras la pandemia en una próxima encíclica.
El Papa firmará el documento el mes que viene durante una visita privada a Asís, donde nació san Francisco, de quien tomó su nombre oficial.